En 1946, un antiguo miembro de la resistencia, RAIMOND LEBLANC, crea un semanario para jóvenes llamado TINTÍN, y es aquí donde por fín se publica EL TEMPLO DEL SOL, la historia que Hergé no pudo acabar dos años antes en el periódico LE SOIR.
De hecho, la primera página de la nueva aventura forma parte hoy día del final de «LAS SIETE BOLAS DE CRISTAL», ya que Hergé decidió continuar la historia en el punto en que fue interrumpida dos años atrás.

Por este motivo, en la edición actual de los álbumes, el final de «LAS SIETE BOLAS DE CRISTAL» y el inicio de «EL TEMPLO DEL SOL» tienen diferente correspondencia de páginas con respecto a la primera edición:

Debido al extenso formato apaisado de la edición original, al volver a montar la historia para el posterior álbum hubo que prescindir de algunas viñetas con situaciones innecesarias para el devenir de los sucesos, tal y como vemos en la siguiente página, en la que el tropiezo con el gato negro a bordo del buque «Pachacamac» dio mucho más juego:
O ésta, con una segunda conversación con Huascar, antes de llegar al templo, por ofrecer algunos ejemplos de la reducción de la historia original:
Tras terminar esta historia inconclusa, Hergé encamina sus pasos a retomar la otra historia que quedó sin terminar en mayo de 1940, la conocida originalmente como «El oro negro». Pero han transcurrido ocho años, y, debido a la evolución de las relaciones políticas en el Oriente Medio e Israel, varios conceptos tienen que ser actualizados y remodelados, de forma que, aunque la presencia británica continúa en la historieta como fuerza pacificadora del país árabe, el conflicto se vuelve más una lucha interna entre bandos islamitas por el control del territorio. Esta presencia británica desaparecería en remontajes posteriores de la historia (como ya se vio en el post anterior).
Al igual que sucedió con «El Templo del Sol», el «El país del Oro Negro«, también hay que prescindir de ciertas viñetas que no aportan nada al conjunto de la trama, a la hora de editar el álbum actual.
Como curiosidad de la historia, el personaje de Abdallah (el hijo del emir Ben Kalish Ezab) está inspirado físicamente en un retrato infantil del último rey de Irak, Fayçal II, tomando el nombre del personaje de su tío, el príncipe regente Abd al-llah (ya que Faisal subió al trono a la edad de 3 años).

También podemos comentar la participación del capitán Haddock al final de la misma, hecho curioso debido a que, cuando comenzó dicha historia en 1939, el personaje no había sido creado. De forma que Hergé lo introdujo en el desenlace para crear esa sensación de continuidad en los lectores, respetando los guiones y las tramas iniciadas quince años antes.
Los años van pasando y nos adentramos en la década de los cincuenta. La sociedad va cambiando, y con ella los valores y las personas a quienes admirar. Los reporteros van dejando paso en este terreno a los científicos. Invenciones modernas como el batiscafo o los aviones con propulsión a chorro son la fuente de fascinación de los ciudadanos industrializados.
Esta admiración, unida a la emergente pasión del público por la literatura de ciencia ficción (tanto en libros como en cómics), hace que Hergé comience su nuevo proyecto para Tintín apuntando a nuestro querido satélite: La Luna.
Pero, a diferencia de otro tipo de escritos y siguiendo fiel a su modus operandi, Hergé decide documentarse muy seriamente para realizar la historia, hasta tal punto de realizar una maqueta del cohete que llevará al reportero y a sus amigos al astro nocturno. Para todo este proyecto cuenta con el asesoramiento científico de Alexandre Ananoff y Bernard Heuvelmans, autores de ‘La astronáutica’ y ‘El hombre entre las estrellas’ respectivamente.
Los lectores de la revista «Tintín» son mantenidos en vilo, semana a semana, viendo como evoluciona la aventura, la cual llega a su final CINCO AÑOS ANTES DE QUE EL PRIMER SATÉLITE RUSO, SPUTNIK, REALIZASE SU VUELO.
Ésta es la verdadera relevancia de las dos aventuras: el ser un relato apasionante a la vez que fidedigno a la realidad, pero que adelantó a rusos y a americanos en la conquista del espacio. Podríamos decir que Hergé se superó a sí mismo y entró en el olimpo de los escritores universales al crear una ficción que terminaría convirtiéndose en realidad, al más puro estilo de JULIO VERNE.
Los datos de ingravidez lunar, el hallazgo de hielo en el satélite, los pormenores técnicos del cohete… son datos que hoy no sorprenden a ningún lector, pero que en los años de edición eran pura FANTASÍA revestida de realidad. Sin embargo, la ciencia terminaría por demostrar lo que Hergé desarrolló en esta historieta.
De hecho, el propio autor le dedicó este dibujo a NEIL ARMSTRONG, a su vuelta del viaje a la Luna (como muestra de haberle precedido):
Sin embargo, la controversia de esta historia no radicó en el aspecto técnico, sino en el humano. Al final de la aventura, el técnico Wolff decide lanzarse al espacio para que los demás tengan suficiente oxígeno para la vuelta; antes de tomar esta decisión, deja una nota de despedida. Debido al tono dramático y al explícito deseo de suicidarse que apareció en la nota original en la edición de 1953, Hergé recibió duras críticas por parte de sectores bienpensantes de la sociedad belga, por lo que tuvo que cambiar el texto, modificando la sensación suicida y abriendo un irreal halo de esperanza:
En el texto original (arriba en la imagen) podemos leer:
Cuando leáis estas líneas ya no estaré vivo. Es inútil que me busquéis, habré desaparecido para siempre en la inmensidad del espacio. Con mi partida, espero que tengáis suficiente oxigeno para llegar a la tierra. Adiós, y perdonadme el mal que os he causado.
Wolff.
Una nota cruda, de un ser arrepentido que con su sacrificio intenta devolver algo de bien al mal causado. Sin embargo este texto fue entendido por una parte de la sociedad como un alegato de suicidio, el cual podía influir de forma negativa en la mentalidad los lectores más jóvenes. Por lo que se modificó, quedando la nota rectificada en los álbumes posteriores de esta forma:
Cuando leáis estas líneas ya no estaré en el cohete. Con mi partida, espero que tengáis suficiente oxigeno para sobrevivir hasta la llegada a la tierra. En cuanto a mí, tal vez un milagro me permita salvarme también. Perdonadme el mal que os he causado.
Un mensaje bastante irreal, menos crudo y desgarrador que el original. Toda esta presión social, sumada al gran esfuerzo de documentación, hicieron caer a Hergé en una depresión que le hizo frenar su obra, y cambiar el rumbo de algunos personajes.
La siguiente aventura también se mueve a través del tema de los científicos. Y es que Silvestre Tornasol, ese inventor loco y simpático presentado en «El tesoro de Rackham el Rojo» se ha transformado, gracias a su creación del cohete lunar, en un Oppenheimer o un Albert Einstein incluso en sus motivaciones, ya que reniega del uso de sus inventos para usos bélicos, lo que causa su rapto en «EL ASUNTO TORNASOL».
En esta aventura, con la guerra fría como telón de fondo, Hergé expone una visión más oscura de la ciencia. Tornasol inventa una máquina de ultrasonidos, la cual es ambicionada por una potencia europea de tintes estalinistas para ser usada como instrumento de destrucción. Al final, Tornasol optará por destruir los planos y renegar del invento. Desde ese momento, Silvestre volverá sus atenciones a cachivaches de andar por casa y a otras ciencias más mundanas, como la jardinería.
Hergé vuelve a utilizar a sus países imaginarios (Borduria y Sildavia) para retratar el ambiente de la guerra fría y la carrera armamentística. Pleksy-Gladz es la representación de Stalin. Pero también es la irrupción de un nuevo secundario que será más que un dolor de muelas para Haddock: Serafín Latón. Este personaje es una crítica del autor a la televisión basura (que ya existía en esos primeros años) y al espectador complaciente, consumidor y fiel creyente de todo lo que la pequeña pantalla emite. Charlatán sin fín que no se preocupa más que de escucharse a sí mismo, será el causante de más de una situación tronchante en el entorno de Moulinsart.
La mentalidad de Hergé ha evolucionado desde sus comienzos, alejándose del catolicismo extremo de sus inicios y acercándose más al humanismo. De ahí el retrato contínuo de estereotipos de su sociedad belga, además de profundizar más en las motivaciones de cada personaje creado.
Este humanismo le impulsa a crear una nueva historia en base a las noticias en los diarios sobre que la esclavitud aún seguía existiendo. La historia de «STOCK DE COQUE» versa sobre este asunto, pero ya no hay países malos o referencias a personas concretas, sino que Hergé se nutre de su propio elenco de personajes: Rastapopoulos, Allan, Dawson… Todos ellos conforman la red de trafico de humanos con la que se topa Tintín, y a la que el intrépido reportero desmantela. Hergé, impulsado por su afán de documentación, y su colaborador Bob de Moor viajaron en un buque de carga para reflejar con realismo en el libro tanto el buque como el ambiente de a bordo.
No obstante, también tuvieron que tamizarse ciertos textos que, según la editorial, tenían consonancias racistas. Hergé no podía bajar la guardia ni un instante, ya que la repercusión y difusión internacional de sus historias trascendía muchas culturas y personas.
Además, a principios de 1958, Hergé tenía problemas matrimoniales con su esposa, Germaine Kieckens, debido a su relación con la joven Fanny Vlaminck, que acababa de incorporarse a los Estudios. Todo ésto le lleva al diván del psiquiatra, el cual le aconseja que abandone su trabajo.
Por si fuera poca presión, la editorial ejercía mucha influencia en la obra, hasta el punto de modificar los deseos del autor. Por ejemplo, Hergé quiso denominar a la siguiente aventura «El hocico del Yak», pero la editorial insistía en que en el título debía aparecer necesariamente el nombre del personaje, por lo que la historia terminó titulada como «Tintín en el Tibet».
Esta historia representó para George Remí un recuperar el aliento. Una historia de valores, sin más pretensiones que las de exponer sentimientos crudos y hasta donde nos pueden llevar nuestras lealtades y motivaciones. El empeño de Tintín en buscar a su amigo Tchang, al que todos dan por muerto, y el afán de superación en todas las adversidades que salen al encuentro en esa misión era un reflejo de la propia lucha interna de Hergé, el hecho de luchar por algo, aunque todo y todos te indiquen que es imposible. En palabras de Hergé: «Sin malos, sin armas, sin combates, excepto el del hombre contra sí mismo y contra los elementos hostiles. Todo esto es un paisaje de alta montaña, de nieve y hielo, que significa, simbólicamente, la búsqueda de un ideal, de una cierta pureza».
En el terreno anecdótico, el nombre de la empresa de aerolineas en la que supuestamente sucede el accidente tuvo que ser cambiado, ya que Hergé utilizó el nombre de «INDIAN AIRWAYS», recibiendo de éstos una denuncia, por lo que fue sustituido por el de SARI-AIRWAYS, conllevando la modificación oportuna del logo del timón del avión en versiones posteriores.

En lo que se refiere al tratamiento que hace de la situación del Tíbet (país ocupado por China en 1950), evita entrar en cualquier tipo de controversia política y realiza una incursión meramente descriptiva en el mundo tibetano. A pesar de ello el tratamento que se hace en este álbum de la situación del Tíbet siempre gustó más a los dirigentes tibetanos que a los chinos.
El libro estuvo prohibido en China durante años al negarse la Fundación Hergé a cambiarle el título por el de «Tintín en la China del Tíbet«, y ello ocasionó que durante los años 80 circularan por China miles de copias piratas. En 2001, el editor chino de las aventuras de Tintín (Children’s Publishing House) lo lanzó con el título «Tintín en el Tíbet chino», lo que provocó que la editorial Casterman junto con la viuda de Hergé iniciaran una batalla legal que finalizó en 2002 con la rectificación del editor y la publicación en China del libro con su título original.
Como contrapunto, la visión positiva que los líderes tibetanos tuvieron siempre de este libro: en el año 2006, Tensing Gyatso, XIV Dalai Lama y premio Nobel de la paz en 1989, otorgó a Tintín (representado por la fundación Hergé) el premio Luz de la Verdad por la labor de difusión que «Tintín en el Tíbet» hizo sobre la cultura, las tradiciones y los paisajes del Tíbet. El Dalai Lama declaró que gracias a Tintín mucha gente que por aquella época no conocía ni siquiera la existencia del Tíbet llegó a conocerlo por medio de este álbum.
La siguiente aventura fue una NO-AVENTURA: «Al comenzar el álbum mi intención era simplificar, probar a narrar, esta vez, una historia en la que no pasara nada […]. Simplemente para ver si yo era capaz de mantener al lector en suspense hasta el final».
«LAS JOYAS DE LA CASTAFIORE» (1962), más allá de reivindicar al pueblo gitano, la aventura es una sucesión de situaciones estrambóticas y divertidas que no llevan a ningún tesoro o ciudad escondida, sino más bien un ejercicio de suspense divertida.
En cuanto a los divertidos errores telefónicos, es cierto que existían un marmolista Boullú y cerca de Bruselas, en Boitsfort, una carnicería Sanzot, a la que tantas veces terminaba llamando Haddock
Curiosamente, y arriesgándose a una nueva denuncia, Hergé introdujo la revista París-Flash (en una clara alusión a París-Match). Pero lejos de enfadarse, los directivos de la publicación le comunicaron al dibujante que les hacía mucha gracia participar de esa forma en la historia.
Sin embargo, la tónica volvió a cambiar en el siguiente álbum, y Hergé retoma elementos sobrenaturales, arqueológicos y de su propia cosecha para narrar el último encuentro entre los dos rivales, Tintín y Rastapopoulos. El villano quiere hacerse con la fortuna de un millonario al que rapta, y el destino hace que Tintín esté acogido por dicho personaje en el momento de la acción.

En «VUELO 714 PARA SIDNEY» (19674) la nueva figura que aparece es el potentado Lazlo Carreidas, el hombre que nunca ríe.
Carreidas es un multimillonario propietario de la aeronave en la que vuela, compañías petroleras y una multinacional de refrescos llamada Sani-Cola (en clara alusión a otro refresco mundialmente conocido). Hergé ha recurrido nuevamente a la realidad para encontrar la inspiración, ya que se trata este personaje es una parodia de Marcel Dassault, el cual fue un ingeniero, empresario, político y productor de cine francés, considerado un pionero de la aviación, y conocido por ser el fundador y primer director ejecutivo de la compañía Dassault Aviation.
Pero la figura de Carreidas es un tanto paradójica. No se puede definir dentro de los parámetros «bueno-malo» habituales en el mundo del cómic. Es un personaje peculiar, por momentos imperativo, implacable y ambicioso (como corresponde a su nivel) y por momentos un pobre hombrecillo víctima de su propia hipocondría y excentricismo, además de un tramposo redomado, el cual destila la idea de que no ha adquirido su fortuna sólo gracias a trabajar (de hecho, cuando el suero de la verdad actúa sobre él, se jacta de todas sus fechorías).

Hacia el final de la historia aparece Mik Ezdaditoff, el cual establece comunicación telepática con los personajes. Este personaje fue inspirado por Jacques Bergier, un ingeniero químico, alquimista, espía, periodista y escritor francés de origen ruso. Es autor de obras como El retorno de los brujos, Guerra Secreta bajo los Océanos, Extraterrestres en la Historia, El planeta de las posibilidades imposibles (junto a Louis Pauwels) o La Guerra Secreta del Petróleo entre otras muchas.
Aquí podemos apreciar la fascinación de Hergé por el mundo paranormal. Incluso hay varias referencias a los extraterrestres en relación a la arqueología de la isla (asemejando cascos de cosmonautas con efigies de naturaleza maya o azteca) e incluyendo la presencia de un platillo volante, del que nadie verá a sus ocupantes. Tan sólo la pieza de metal desconocido en el bolsillo de Tornasol quedará como testigo de una aventura, velada y borrada de sus memorias.
El periodista que aparece realizando la entrevista final es un lector de Talence (Gironde) que se llamaba Jean Tauré, quien solicitó a Hergé que le dibujara para una aventura; su demanda fue atendida y tuvo el privilegio de estrechar la mano del Capitán Haddock.
Y llegamos al último álbum completado por el autor, «TINTÍN Y LOS PÍCAROS» (1976).
Estos últimos álbumes se han ido dilatando en el tiempo (4 años desde las Joyas a Vuelo 714 y 9 años para éste), ya que Hergé tan sólo realiza un nuevo trabajo por diversión. Atrás ha quedado el periodo de depresiones y presiones externas, ahora es un hombre más equilibrado que disfruta de su trabajo.
Las inspiraciones para la trama bailan entre dos acontecimientos: el asunto de Régis Debray y los Tupamaros, ocurrido en Uruguay y la Nicaragua de la familia Somoza. No obstante, la aventura discurre en un ambiente divertido, tratando de reflejar la situación turbulenta de los países sudamericanos, representados en los personajes creados en «La Oreja Rota»: Los generales Alcázar y Tapioca.
En este álbum, Tintín viste vaqueros (en lugar de sus eternos pantalones bombachos), conduce una moto, lleva un casco con el símbolo de la paz, hacer yoga y se opone tenazmente al derramamiento de sangre, induciendo a Alcázar a un golpe de estado pacífico. Pero este giro humanista a las tendencias modernas de esa época no impide al Hergé maduro ser consciente del poder de la política y de lo vacío de las promesas de los grandes dirigentes de los países, idea perfectamente retratada en estas dos viñetas, en una de ellas Tintín llega en vuelo a la ciudad sudamericana ficticia (San Theodoros) y en la otra (al final del episodio) vuelve a Moulinsart:
Tintín ha ayudado a su amigo Alcázar, pero lo único que ha conseguido para la ciudad es un cambio de gobernantes, los cuales siguen pendientes de sus asuntos de palacio, mientras parte del pueblo siempre seguirá en la miseria, controlados por el Estado. Es un mensaje realista deslizado sutilmente en el álbum. De hecho, para acentuar más el tono de broma que supone para la población un cambio de poder, el golpe de estado se ejecuta durante el carnaval. La máxima preocupación de Tintín es salvar a sus amigos Bianca Castafiore e Irma de su secuestro político.
Incluso los personajes secundarios tienen tintes grotescos. Por ejemplo Peggy, la Señora de Alcázar, estuvo inspirada por una horrible mujer norteamericana vinculada al Ku-Klux-Klan que Hergé vió en televisión.
Sin embargo, el 3 de marzo de 1983 el creador de Tintín nos deja. La historia que había comenzado era sólo un esbozo y se necesitaba mucho trabajo para terminarla y darle el aspecto de otras aventuras. Algunos empleados de Hergé quería terminar lo que podría haber sido la aventura número 24 de la serie. Sin embargo, Hergé siempre se había negado a que los demás creasen nuevas aventuras de Tintín.
Poco después de la muerte de Hergé, Fanny Rodwell, la viuda de Hergé, decidió publicar Tintín y el Arte Alfa. Sin embargo, con el fin de hacerla accesible a todos, este álbum fue dividido en dos partes: La primera parte contiene el guión gráfico hecho por Hergé, la segunda parte es una transcripción de los diálogos en la misma forma que los textos de las piezas de teatro. Este álbum dará a conocer el trabajo inconcluso de Hergé: anotaciones lápiz, diversos, escenas de corte … Es un poco el «gran final» de esta serie y permite a cada lector a imaginar el final de la última aventura de Tintín.

Tras el estreno del filme se realizó una adaptación al cómic, usando como viñetas fotogramas de la película, y añadiendo globos de diálogo procedentes del guion. Se trata de dibujos realizados por los estudios Hergé para el álbum, concretamente por Bob de Moor. En éstos se aprecia un parecido mucho mayor con los comics de Tintín (y especialmente con Tintín y los Pícaros, lo cual no es extraño dado el peso que tuvo de Moor en el dibujo de este último álbum). Y es por ello que se incluye dentro de la colección. Además, existió una versión del comic distinta de la del álbum,que se publicó, en blanco y negro, en tiras de prensa en el diario Le Soir en diciembre de 1972 y enero de 1973. (Más tarde apareció también en France Soir).
Tras la muerte de Hergé surgió la versión pirata del comic, la cual circula en el mercado negro a precios nada económicos. Esta versión, que según parece surgió en los 90, es la que más se parece a un álbum de Tintín (aunque de 46 páginas en lugar de 62). Los globos de texto son los de la versión oficial y los personajes y fondos los de la versión de Le Soir, pero coloreados por alguien anónimo.
El único dato escrito que aparece en esta publicación es «Tirage limité à 4500 exemplaires«. Según algunas fuentes, el comic en blanco y negro no ha conocido versión en álbum, ni siquiera pirata. Sin embargo, en el blog de Bob de Moor habla de una versión en blanco y negro y parece entenderse que las imágenes que muestra corresponden a un álbum de tirada limitada. La firma no es «Studios Hergé«, sino que lo firman Bob de Moor y Greg.
Espero que toda esta información sobre autor y personaje haya sido de vuestro agrado. Tan sólo me queda invitaros a que conozcáis de primera mano esta obra atemporal, divertida y amena para cualquier público. Tintín seguirá con nosotros para siempre.
FUENTES de los cuatro artículos:
«El siglo de Tintín». Documental TV. Benoit Peeters y Pierre Steckx
http://www.bellier.org/indexsuite.htm
http://www.free-tintin.net/espanol/
http://www.publispain.com/tintin/curiosidades.htm
http://stratonefh22.blogspot.com
http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A9on_Degrelle
http://www.elmundo.es/especiales/2011/10/cultura/tintin/herge/autor-obra.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Basil_Zaharoff
http://www.sepionet.es/tintinofilia
http://es.wikipedia.org/wiki/Edgar_Pierre_Jacobs
http://miscomicsymas.blogspot.com/2010/04/el-comic-de-tintin-y-el-lago-de-los.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Henry_de_Monfreid
http://es.wikipedia.org/wiki/Benito_Mussolini
Sencillamente genial me ha encantando esta serie de reportajes.
Aunque esta ultima parte se hizo de rogar.
Gracias, querido Vladek.