Es dificil tener que decidir cual puede ser la mejor etapa de Batman. Un personaje con más de 70 años de existencia, al que han guionizado y dibujado los mejores artistas del medio, tiene en su curriculum una gran cantidad de historias de todo calibre. Si a eso le sumamos su presencia en varias colecciones, resulta casi un ejercicio de difícil albedrío discernir o elegir una sola etapa.
Sin embargo, el doble paso de Steve Englehart y Marshall Rogers por las aventuras del Caballero Oscuro (rescatadas en un bonito tomo por Planeta de Agostini), se antoja como una adquisición muy interesante en estas navidades.
Independientemente de como se desarrollaron dichos números (la llegada inesperada de Englehart, tanto como su salida de la colección, acompañado este hecho por la elección de los dibujantes, los cuales trabajaron cuando todos los guiones estaban finalizados, y estando Steve de escapada por Europa), las tramas contenidas correspondientes a 1976 y 2005 tienen un nombre en común que las hace únicas y diferentes: Silver St. Cloud.
Desde sus inicios, Bruce Wayne fue un espíritu solitario, debido a lo traumático de su vida y a la pérdida dramática de sus padres. Es cierto que siempre se rodeó de una familia adoptada (Robin, Gordon, Alfred…) pero nunca hubo una media naranja adecuada para él.
Al principio (y durante muchas intentonas posteriores) ese vacío parecía que iba a ser ocupado por Selina Kyle, alias Catwoman. Pero la relación con una femme fatale de tales características terminaban por ser un complemento inadecuado para los altos niveles de virtud que el héroe vivía. Es cierto que siempre existió (y existe) esa tensión sensual y sexual entre ambos, pero en el fondo, todos los lectores sabemos que no terminaría de cuajar.
En este tomo descubrimos a una mujer de pelo plateado (no es una rubia al uso) que cala hasta el ser más profundo de Bruce Wayne, hasta el punto de compartir TODO con él. Silver no es sólo la mujer florero, esa novia-víctima habitual para poner a prueba el temple del héroe, sino que es un personaje con una personalidad arrolladora, que permea a través de las páginas y enamora a protagonista y lectores por igual, apenas con seis diálogos mal contados. Todo ésto avalado por un magnífico dibujo, al margen de la típica siluta femenina siliconada, que crea ambientes románticos y atrayentes en torno a ella.
Por supuesto que podemos leer el empiterno enfrentamiento con Joker. Al igual que podemos disfrutar de labores detectivescas para enfrentarse a políticos corruptos, o ver nuevas luchas con villanos novedosos (Dr. Phosphoro) y de toda la vida (Pingüino). Pero el punto de inflexión es la relación Silver-Bruce, una relación que hasta hace poco se antojaba única (otro día hablaré de Sasha, la creación de Greg Rucka) y que hace que muchos millones de lectores hayamos pensado que ésta era la mujer definitiva para acompañar al excéntrico y versátil Wayne.
Además de la interesante primera parte del tomo (la etapa de Englehart-Rogers de 1976), podemos leer por primera vez en España la segunda etapa de dichos autores (2005), los cuales rescatan a su mujer bandera para iniciar una especie de epílogo a lo visto en las primeras páginas. Y, aunque es cierto que en el aspecto gráfico la evolución de Rogers y Austin no es positiva y no llega a las cotas de su primera entrega, la historia en sí vuelve a ser tremendamente impactante para el lector y para la turbulenta relación de la pareja en ciernes.
Una historia unitaria, que no necesita de más complementos para ser entendida y disfrutada, y que ahora tenemos al alcance de la mano.
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