Recuerdo que cuando salí de ver «Star Wars: The Force Awaken» mis sensaciones fueron las de haber visto un remake del episodio IV, o cuando menos, una película con muchos parámetros en común: un protagonista que vive en un planeta desértico y se dedica a la chatarra, un enfrentamiento en una pasarela entre dos de los personajes principales con la muerte del bueno de ellos, unos droides que ponen la nota de humor, etc.
No era exactamente la misma película, pero recordaba a la de los setenta tremendamente.
Pues con la nueva colección del vengador blindado tengo la misma sensación. Bendis ha cogido el esquema Matt-Elektra y lo ha dilatado a lo largo de el primer arco argumental, con la intención de retrasar la inevitable revelación de la identidad de los padres biológicos de Tony.
Panini acaba de publicar los tres primeros números de la saga en el número 72 de la colección «Invencible Iron Man» y la grapa deja cierto sabor agridulce, por su reminiscencia a dos momentos concretos de la serie del Diablo Guardián.
Mediante constantes flashbacks, Bendis va contando la historia de amor ocurrida hace 20 años entre Tony y Cassandra, a la vez que vemos el enfrentamiento como enemigos en el presente, tal y como Frank Miller ya hizo en su gloriosa etapa del abogado ciego. Pero mientras Miller nos hacía enamorarnos de Elektra en un solo número, cargado de emotividad, demostrando que no hacen falta 132 páginas para llegar al lector, Bendis estira la historia a lo largo de tres episodios sin más fundamento que ofrecer páginas de desplazamientos por muchos países (me imagino que eso justifica el apelativo de Internacional de la serie) y hacer ver las relaciones paternofiliales de cada personaje (como dato curioso, uno de los países visitado es España, en algún lugar de una de las costas no especificado por los autores).
En el aspecto gráfico, Alex Maleev nos retrotrae a la etapa de ambos autores en Daredevil, cuando Silke revelaba la identidad de Daredevil al poli corrupto. La madre de Cassandra suple el rol estético de Vanessa Fisk, compartiendo el papel progenitor con Howard, pero sin aportar más datos a la historia que no sea el de la rivalidad de ambos clanes.
En el aspecto visual del vengador dorado, solo puedo decir que Maleev NO nació para dibujar Iron Man. Además, la presencia de Mary Jane en las portadas no son más que un reclamo para la venta y solo sirven para despistar a los lectores, ya que la pelirroja no aparece en esta historia.
Y, con respecto a la «internacionalidad» del título, Maleev ya adelanta (en la entrevista que Panini publica al final de la grapa) que va a aprovechar las fotos de sus muchos viajes por el mundo para usarlos como ubicaciones de la historia. Me imagino que a alguien le parecerá este dato atractivo, pero, vistos los tres primeros números, me da igual que dibuje Metrópolis, ya que ni es aliciente ni aporta nada a la historia, más allá del «qué ricos somos y cuanto viajamos».
En definitiva, una historia de clichés repetidos, sin cliffhanger relevante ni atractivo en ninguno de sus episodios y que solo sirven para crear un contexto (en mi opinión excesivamente extenso) a la «gran revelación» de la identidad de los padres de Tony, la cual debe de ser verdaderamente impactante para justificar estos insulsos episodios.