Durante muchos años se ha vilipendiado la labor de editorial Vértice en la realización del volumen uno de los cómics Marvel, debido a sus labores de retoque en viñetas y adaptación del formato americano a un formato de novela que reducía el número de viñetas por páginas. Sin embargo, estas operaciones encerraban una inteligente (y valiente) maniobra para iniciar la publicación de los cómics que estaban cautivando a los lectores americanos.
Para contextualizar el hecho, tenemos que situarnos en la realidad social que se vivía en España en aquellos años y los que les precedieron.
Si establecemos una cronología de la publicación de cómics de superhéroes en nuestro país, podemos decir que a los pocos meses de la aparición del Action Comics #1, ya tuvimos aquí, en España, conocimiento de las aventuras de Superman, a través de una publicación apaisada (el formato habitual de las historietas en los años cuarenta en España) bajo el nombre «Ciclón, el superhombre».
Esta publicación nos llegaba de la mano de Ediciones Ibero Americanas, y recogía las tiras diarias de Superman publicadas en los diarios estadounidenses, pero desde la edición italiana (de ahí el cambio de nombre, donde el personaje fue rebautizado como «Ciclone»), debido a que, al ser el personaje americano y posicionarse en contra de las fuerzas del eje (a las que pertenecía el país mediterráneo), la edición americana salvaba las herramientas de la censura italiana modificando colores y nombre (aunque podemos identificar perfectamente el dibujo de Jerry Siegel, así como ver la S del pecho).
Cómo ejemplo ilustrativo, en el número 2 se publica la primera historia del Superman #2, donde Superman sustituye a un boxeador mientras que en el número 3 se publicaba la tercera historia del mismo ejemplar del kriptoniano ¿Que paso con la segunda historia de dicho número americano? Fue obviado ya que Superman viajaba a un país europeo (llamado Boravia, pero que poseía zeppelines como aeronaves y cuyos soldados vestían con el uniforme de combate a enfrentarse a unos espías que habían robado un gas experimental en terreno americano, para usarlo en «su guerra».
Soldados de Boravia (con uniformes similares a los de combate alemanes) intentando fusilar a Superman

Equipo de combate alemán

Superman combatiendo contra un Zeppelin
Evidentemente, este tipo de material es el que inclinó al editor a cambiar nombre y colores del uniforme de Superman, para poder publicarlo sin riesgo a que el gobierno de Mussolini lo interviniese. En España, las aventuras de Ciclón se estuvieron editando durante los años 1940-41 teniendo la colección una corta vida (16 números y un especial calendario 1941).
Hasta 1948 no volveríamos a ver publicaciones de superhéroes, momento en el que, además de ser reeditados los números de «Ciclón», llegó a los kioscos la colección «Robin y el Murciélago», con unas reinterpretaciones de las tiras de prensa de Batman realizadas por Julio Ribera. La colección duró 13 episodios, volviendo la publicación de cómics de superhéroes a un periodo de barbecho en España.
Algunos años después, en México, Ediciones Recreativas (una de las empresas editoriales que había fundado Luis Novaro) comenzó a publicar en 1952 su revista «Superman», realizando ediciones de los cómics de Superman que respetaban el formato americano. Estas mismas publicaciones comienzan a ser distribuidas en España de la mano de Queromón Editores durante los cincuenta y principios de los sesenta.
Cómo podéis observar, todas estas publicaciones se realizaron en el período de régimen franquista en el que se encontraba inmerso el país. Y, como no podía ser de otra forma en un régimen totalitario, las herramientas de la dictadura siempre pasan por el control de las comunicaciones.
El éxito de las publicaciones Novaro entre la juventud posiblemente causó que se encendieran las alarmas en los despachos de aquellos responsables de supervisar la información que debía llegar a niños y jóvenes, viendo cómo los infantes empezaban a compaginar sus lecturas de historietas aceptadas socialmente y netamente patrias, como «Roberto, Alcázar y Pedrín» o «El Guerrero del Antifaz», con las aventuras de estos personajes superpoderosos.
Posiblemente está fuese una de las causas por las que en 1962 se creó la Comisión de Información y Publicaciones Infantiles y Juveniles, bajo el mandato de un sacerdote dominico, el padre Jesús María Vázquez. Cómo os podéis imaginar, al ser el régimen franquista eminentemente católico, el control de la información tenía que evitar que los jóvenes tuvieran acceso a cualquier publicación «que los llevase a confusión», tanto en terreno político (evitando cualquier mensaje que sonase a ideología de izquierdas) como en el terreno de la fe.
Bajo la sospecha de que «aquellos superhombres que volaban y tenían superpoderes fuesen confundidos con ángeles u otros seres celestiales», idea que se acercaba peligrosamente al terreno de la blasfemia, la CiPij en 1964 decreta la prohibición de publicar historias de superhéroes en España, por lo que desaparecieron los cómics de Novaro del panorama tebeístico español, el único representante de los superpoderosos personajes americanos en nuestro país.
En este contexto histórico, en ese mismo año de 1964, comienza su andadura la Editorial Vértice, publicando series de la británica IPC (Zarpa de Acero), pero con la denominación bien visible en sus portadas de Historias Gráficas para adultos, innovando en un formato poco visto, como era el horizontal 20×15 (saliéndose del patrón standard español de historietas, el apaisado de 17×24), más manejable que el horizontal 26×19 usado por Bruguera en «Capitán Trueno Extra» o los tebeos humorísticos tales como «El DDT» o «Pulgarcito», acompañado por unas portadas que recordaban a las ilustraciones que se realizaban para las carteleras de las películas, dándoles un atractivo inusual en el mundo historietístico.

Obsérvese la calificación de «revista para jóvenes» en contraposición de la de «adultos» de Ed. Vértice
Tal fue el éxito y aceptación de éstos cómics, que su fundador, Josep Torra, decide en 1968 negociar los derechos de publicación de una incipiente editorial americana que está teniendo mucho éxito y repercusión entre los lectores estadounidenses, Marvel Cómics. Una vez adquiridos, decide publicar dichas colecciones en el formato con la que había triunfado en Zarpa de Acero, Mytek el poderoso o Kelly Ojo Mágico. Pero conociendo el mecanismo de censura por el que tenía que pasar la aprobación de dichas publicaciones, decide incluirlas dentro de la misma denominación de historias para adultos, por lo que, al no estar enfocadas en un público considerado de riesgo para los censores, no tuvo el impedimento de publicación que pesaban sobre las ediciones de los personajes DC (que Novaro seguía publicando en México y cuyos números llegaban escasamente y «de estraperlo» a nuestro país hasta algunos lectores privilegiados).
De esta forma, el 4 de abril de 1969 vio la luz el número uno de Los Cuatro Fantásticos, abriendo el camino a Spider-man, La Masa, El Hombre de Hierro y el resto de las colecciones marvelianas dentro de una maquinaria censora, que no levantaría la prohibición de publicar superhéroes para la público juvenil hasta 1971. Aún así (quizás por miedo a que la censura diese marcha atrás, o bien por desconocimiento de ese levantamiento de la traba), Vértice mantuvo el texto Revista para adultos en las portadas del volumen dos y tres, ya en dimensiones mayores (adaptando su formato al americano original.), hasta sus últimos estertores, en torno a 1983.
Gracias, Vértice, por estas «argucias» , gracias a las cuales pudimos convivir con todos estos maravillosos personajes con los que crecimos.
Fuentes: http://www.tebeosfera.com , vallatebeo.blog.galeon.com , http://www.forosegundaguerra.com , https://www.levante-emv.com/cultura/2010/11/07/censura-mato-tebeo/754662.html , http://www.universomarvel.com , cincuentopia.com/la-editorial-novaro-y-los-superheroes-del-comic-en-espana/